Comuniquemos de forma pacífica

Recuerdo momentos tensos cuando formaba parte de la ejecutiva de Equo hace 6 años. Había discrepancias, mi posición era minoritaria, y en ocasiones saltaba el conflicto. Recuerdo escribir emails antes de irme a dormir, estar rumiando las posibles respuestas, y despertarme ya enfadado antes de volver a abrir el ordenador. Esa conducta genera ansiedad, se magnifica cuando la comunicación es asíncrona (como casi todo en Internet), y creo que es una causa de que la gente se queme.

En política, en general, hay mucho mal rollo. Muchos juicios sumarísimos sobre lo que está bien o mal. Hay deseos transmitidos en forma de órdenes. Ese moralismo se origina en sociedades en las que una pequeña élite dominaba al resto e imponía su criterio plasmándolo en la moral: lo que era bueno, o lo que era malo. Y en Twitter, todo esto se magnifica.

Pero hay otras formas de comunicar. La Comunicación No Violenta (CNV) fue propuesta por el psicólogo Marshall Rosenberg para que las personas conectasen, se escuchasen, y se expresasen, sin conflicto. La CNV tiene cuatro partes: observar sin juzgar, enunciar tus sentimientos, expresar tus necesidades, y hacer una petición. Y vale tanto cuando hablas como cuando escuchas.

Observa sin juzgar

Si combinamos observación y juicio estamos generando crítica, y eso genera resistencia en el interlocutor. En vez de eso, narra los hechos. Enuncia lo que has visto de forma neutra. En su libro, Rosenberg dice que las observaciones han de estar contextualizadas. Mejor decir “Hank Smith no ha marcado ningún gol en 20 partidos” que decir “Hank Smith es un mal jugador de fútbol“.

Enuncia tus sentimientos

Una vez expuesto lo que has visto, ¿qué es lo que te hace sentir? A veces no sabemos ponerlo en palabra (y los tíos aun menos), así que está bien tirar de una lista. Algunos sentimientos pueden ser: molesto, alarmado, descorazonado, irritado, celoso, apático, avergonzado, solitario… o en positivo: emocionado, entusiasta, en paz, agradecido, animado. Cuantos más dominemos mejor nos conoceremos a nosotras mismas y mejor comunicaremos a los demás.

Expresa tus necesidades

Somos responsables de nuestros sentimientos. No nos sentimos de determinada manera porque alguien haya hecho algo, sino porque determinadas necesidades propias no han sido satisfechas. “Estoy enfadado porque fulanito ha hecho esto…” vs “Estoy enfadado porque necesito esto…”

Expresemos nuestras necesidades, y así sabremos la razón de nuestros sentimientos. Las necesidades son iguales para todos: autonomía (e.j. para perseguir los sueños), integridad (e.j. para ser auténtico), interdependencia (e.j. honestidad), comunión espiritual (e.g. paz), juego (e.j. diversión) y alimento físico (e.j. expresión sexual).

Haz una petición

La diferencia entre una petición y una orden es que se acepta que a la primera se pueda decir que no. Ante una orden sólo hay dos opciones: someterse o rebelarse. Una petición, en cambio, mantiene viva la comunicación.

La empatía

He descrito estas cuatro fases en términos de comunicar. Pero también se pueden usar para recibir. Se pueden escuchar los sentimientos y necesidades de la otra persona. Incluso aunque se oculten tras un ataque personal, quien conoce la comunicación no violenta puede optar entre entrar al trapo, o identificar los sentimientos (¿estás enfadado?) y las necesidades (¿estás enfadado porque quieres jugar más tiempo en vez de ir a cenar?).  Así les damos a los otros el tiempo y el espacio para expresarse y sentirse comprendidos. 

No es necesario dar consejos, ni expresar nuestra propia opinión. Tan sólo ocupar nuestra mente en escuchar e identificar sentimientos, necesidades y peticiones. 

Lo que le veo de positivo

Desde que leí “Comunicación no violenta” y la pongo (ocasionalmente) en práctica, he visto los siguientes aspectos positivos:

  • Menos ansiedad al comunicar. Al exponer mis sentimientos y mis necesidades no estoy enfrentándome a mi interlocutor. No hay riesgo de confrontación: nadie me va a decir “no, eso no es lo que sientes“. Así puedo expresarme mejor, y más tranquilamente.
  • Menos ansiedad al recibir. Es una herramienta que evita que yo de mi opinión, y así me puedo enfocar en escuchar al de enfrente. Como cada persona es responsable de sus sentimientos, no soy yo quien los ha causado. Así que no estoy a la defensiva y me pueden decir de todo.
  • Mayor conocimiento propio. Los sentimientos no están en el corazón, sino que son conceptos abstractos en la mente. Cuantos más conozcas, más capaz serás de expresarte. Este tipo de comunicación conlleva un mayor conocimiento propio.
  • Me parece una herramienta pacifista. En política, a veces veo interacciones agresivas. Me hacen sentir incómodo, y para participar necesito un entorno no hostil. Creo que es una herramienta muy útil para reducir la ansiedad en la participación política.
  • En este artículo me he enfocado en la política pero es igualmente aplicable a la vida en pareja, a la vida laboral, y a la comunicación entre padres e hijos.

¿Qué ves? ¿Qué sientes? ¿Qué necesitas? ¿Qué pides? 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *